11 dic 2009

Bajo el umbral

Abro el portón que da para la calle
Es pesado, denso, le cuesta moverse.
El contraste de luces
entre la penumbra interior y el exterior reluciente,
extremo gradiente de mi desorientación,
me daña por dentro y por fuera.
Me escondo detrás de la puerta,
Los rayos se cuelan por todas partes.
Abro el portón y me siento
bajo el umbral de mi desconcierto.
Mis ojos recorren los cuadros del recibidor
Recuerdos cubanos del desamor,
Que quieren salir de las paredes,
Huir de los marcos, y buscar más luz
Que la que Fechner les concede.
Quiero dejar las paredes, los marcos,
Y los cuadros.
Cerrar los ojos, y salir.
Ser yo quien huye,
Quien fluye en el baño de luminiscencia
Que se cuela por mis párpados.
Me asomo al resquicio,
Para ver sin ser vista,
Y busco el mar ausente,
Que, otrora camino de conquistadores,
Es ahora quien conquista.
En la perpendicular al mar absente,
Paralelo, valiente y lejano
Veo que en el patio del vecino
Lejano al umbral fechneriano,
Sigue habiendo limas, pero menos.
Atravieso el umbral del tiempo
Para navegar como los helenos,
En mares de fuego
Y bofetadas de viento
Dejando cauterizar el cuerpo,
Con la luz fulgente
Del Sol que está allá fuera
Esperando a que yo quiera
Volver a ver el mar en el albor,
Un mar cuyo deseo me desconsuela
Un mar que tal vez ya no me espera
Para quemar
Con los rayos que refleja
Lo que queda en mí de amor.

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