20 abr 2010

Una mañana sin vuelos

El frío empezó por el estómago,
En una mañana sin vuelos.
La culpa, la tuvo un volcán.

Era un buen cartógrafo
Limitando el alcance de los celos
Pero nunca fue un buen capitán.

En la sala de espera sin horas
Resuena en mi mente la misma pregunta
¿Quién decidió mis sueños?
¿Quién mató las pasiones?
¿Quién puso en hora los deseos?
¿Son los dueños de la pasión difunta
Los mismos que me inyectaron
Un amor con convulsiones?
Nunca supe donde está el presente
Ni sabré encontrar el futuro.

Por megafonía anuncian incertidumbre.

Espero en la quietud reciente
Del movimiento imprevisto,
Luchando por no rebelarme ni pensar,
Ajena a la insoportable responsabilidad
De elegir el momento más apropiado
Para gastar los minutos.

Yo también dejé,
En una tarde de abril,
de usar reloj.
Algún día también,
Dejaré de esperar.