11 oct 2009

El Río Negro y su amante Amazonas

El Río Negro y su amante Amazonas
en un pastel de mármol
unen carícias, miradas, aromas.
El frío Báltico y el Mar del Norte
alejados de sus consortes
en una danza de olas
fingiendo estar a solas
se mezclan y golpean,
se salpican feroces,
bailando desnudas las aguas
se besan veloces.
Las montañas de Geiranger
se reflejan inversas
en las aguas que ocultan
sus opuestos valles.
Las montañas inmersas
desesperadas se elevan
huyendo de las medusas.
En latitudes nulas
con la temperatura y humedad oportunas,
en una placentera inmensidad
el cielo y el mar se funden,
en una explosión de claridad
el cielo y el mar se confunden,
ardientes deseos finalmente se hunden
en una meridional garganta profunda,
cuando el rayo verde,
¡Sí, el rayo verde! todo lo inunda.

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