El frío empezó por el estómago,
En una mañana sin vuelos.
La culpa, la tuvo un volcán.
Era un buen cartógrafo
Limitando el alcance de los celos
Pero nunca fue un buen capitán.
En la sala de espera sin horas
Resuena en mi mente la misma pregunta
¿Quién decidió mis sueños?
¿Quién mató las pasiones?
¿Quién puso en hora los deseos?
¿Son los dueños de la pasión difunta
Los mismos que me inyectaron
Un amor con convulsiones?
Nunca supe donde está el presente
Ni sabré encontrar el futuro.
Por megafonía anuncian incertidumbre.
Espero en la quietud reciente
Del movimiento imprevisto,
Luchando por no rebelarme ni pensar,
Ajena a la insoportable responsabilidad
De elegir el momento más apropiado
Para gastar los minutos.
Yo también dejé,
En una tarde de abril,
de usar reloj.
Algún día también,
Dejaré de esperar.
Olguita desde mi incertidumbre, yo que también he dejado de usar reloj en abril(es cierto), pero que se niega a seguir mirando para otro lado, te envío un cariñoso abrazo, porque me he reconocido en tu poema. He dejado de esperar.
ResponderEliminarUn beso.
Tienes un regalo de princesa en mi blog. Un beso
ResponderEliminarMe alegro, gracias guapa!
ResponderEliminarque poesia tan sublime
ResponderEliminarla vida convertida en poesia!!!
que saborosas palabras
manuel Feliciano