Algún
día fueron adolescentes
Apasionadas
por el sexo
A las
que les cortaron las alas,
Y
cuando ya no las limitaban,
Con la
vida de madres,
Se les
secaron las ganas.
Son las
que menos duermen,
Pero
las últimas que desayunan,
Y
mientras están haciendo las camas
De
todos sus hijos
Comen
los restos que éstos dejaron
En
platos, vasos y tazas.
Ni
siquiera sabrán quejarse
Cuando
sin saber porqué,
Dejó de
emitir la emisora de radio
Que
siempre escuchaban.
A todas
horas un desequilibrio
Que
estresa dejando secuelas.
Al
salir las primeras de la empresa
Se sienten
malas trabajadoras,
Y al
llegar las últimas a la escuela
Se sienten
malas madres,
Y las
que no trabajan,
A
menudo se sienten menospreciadas
Por
improductivas
O por
ignorantes,
Llorando
en la silenciosa paciencia
De la
mujer distante.
Algunas
ni siquiera saben
Que
podrían tener una vida,
Y
saborean la existencia
Preparando
meriendas
Y planchando
la ropa
Con la
que sus hijos
Hacen
Ballet o Karate.
Otras
ni siquiera se atreven
A tener
amigos de veras
Porque
saben que
Es tan
fácil
Al
calor del vapor
De una
plancha,
En la
solitaria calma
De un
hogar vacío que espera,
Con tan
solo unas palabras,
Tocarles
el alma.
Lo
correcto es que a cada piano
Solo lo
toque su dueño,
Aunque
no quiera,
O no
sepa tocarlo.
Y las
madres ajenas a la Primavera
De
Mozart, no lleguen nunca
A
despertar de su sueño.