27 feb 2010

Namibia


En una noche de tangos
Saltos imperfectos
Besos insurrectos
Y helados de turrón y mango
La carena de un buque-faro,
Abrazada por las aguas del Atlántico,
Soñaba con navegar rumbo a Namibia.
Cuando en la oscuridad de un amor perfecto,
Inesperado,
Exasperante,
Un Disparo
Desesperado,
Desesperante,
Proveniente de la cubierta de un portaaviones
Que pretendía robarle la silla
En la noche de estreno,
Atravesó el casco de la carena
Y las cuadernas
De bodegas repletas de sueños.
Barcos perdidos sin dueños
Danzaban disputándose un asiento
Para ver el baile
Sintiendo el deseo
Y su aliento cercano
Con la tentación de una caricia
Latente en el posa-brazos
La mirada perdida
En el perfil greco-romano
Y la sensualidad de un susurro rozando la piel.
Cuando el amor no es noticia
O se vive sin él
Hay peleas por una silla,
En la que no se está sentado
Cuando el corazón viaja a Namibia.
Las aguas del océano abrazador
Soñaban con arrancar el ancla del buque-faro
Y saltando, volando, danzando ligeros
Bajo un sol abrasador de Febrero
Atracar pronto bajo el Ecuador.
Pero la cubierta ajena
A la pasión del Océano por la carena
A los besos bohemios de amores abstemios
Con envidia de una carena lejana, dulce y pequeña
Con la fuerza de la maldad
El poder de la fuerza y el tamaño
Y en la profunda tristeza de la soledad
Quiso robarles aquel momento
Cuando les separarían dos años
De distancia, frío y vientos,
Y ya no estaban en aquellos asientos,
Ya navegaban juntos en un futuro perfecto
Inconfesable
Inimaginable
Incierto.
Desierto.
Lleno de amor, pasión y deseo.
La carena sintió compasión por la cubierta
Que tanto ansiaba su silla,
Hasta que una vez sola, lejana y despierta
Sintió el peso del ancla al final de la cadena,
Y lamentó no ser aquella cubierta, con su edad
Su porte, su despreocupación y su libertad
Que tan fácilmente llegaría a Namibia
Cuando así lo decidiera.

7 feb 2010

Hielo


¿Serán los bloques de hielo
De glaciares que se van deshaciendo
Los que conservan las brasas
De amores que ya se apagaron?

¿Serán los hielos duros y fríos
que forman iglús de amores secretos
los que dejan arder el deseo
y derriten el placer de los anhelos?

¿Será el deshielo de los hombres
quien inunde a la condenada Venecia
y en las aguas crecidas se vislumbren
ahogadas, perdidas, solas y malditas,
las brasas?